viernes, 2 de noviembre de 2012

AD MORTEM FESTINAMUS

La danza de la muerte 
Grabado de Michael  Wolgemut, 1493



Fazed lo que digo, non vos detardedes, 
que ya la muerte comienfa a ordenar 
una danfa esquiva de que non podedes 
por cosa ninguna que sea escapar; 
a la qual dize que quiere levar 
a todos nosotros, lanzando sus redes. 
Abrid las orejas, que agora oiredes 
de su charambela un triste cantar. 

(Dança general de la muerte)


El siglo XIV  fue un siglo de guerras y de epidemias (recordad la peste negra) a lo largo del cual y por motivos obvios   la danza de la muerte se convirtió en un tema muy popular.  En las representaciones iconográficas encontramos grupos de esqueletos y cadáveres que danzan y que, en muchos casos, invitan a bailar a todo tipo de personajes de distinta edad y condición  social. La música que acompaña esas danzas suele estar a cargo de instrumentos de viento y de percusión (ved la imagen).

Como podréis suponer, la literatura también se ocupó del tema. El texto con el que comenzábamos pertenece a la obra castellana titulada  Dança general de la muerte que data del siglo XIV y que se halla en la línea de la Dansa macabré francesa, también del s. XIV, o del posterior Ballo de la morte italiano. Al principio del texto,  tras  una suerte de prólogo en prosa en el que se resume el argumento del poema,    se anuncia el comienzo de la «dança»  al son de una especie de flauta que llama «charambela» (podéis leerlo arriba o bien en  la obra completa que os dejo enlazada al final y que os recomiendo. Es cortita.).

En lo que a la música respecta os diré que el ejemplo musical más antiguo que se conoce y se conserva de una Danza de la Muerte medieval, se encuentra en el Llivre Vermell de Montserrat (s.XIV) - uno de esos maravillosos códices que estudiamos en tercero y al que dedicaremos una entrada cualquier día de estos - . Entre  sus diez canciones  encontramos Ad mortem festinamus  (A la muerte nos apresuramos)Así comienza:


Ad mortem festinamus,
peccare desistamus...

(A la muerte nos apresuramos,
de pecar desistamos...)


Observad la monodía , la notación y el texto escrito pinchando en la imagen o consultando  la Biblioteca Virtual Joan Luis Vives. En ella encontraréis mucha más información.
Enlazamos también la partitura por si alguien se anima. Es muy fácil.

Y ahora... viajemos a la Baja Edad Media. Escuchemos.



En estos días de santos y de difuntos, aquí nos quedamos con nuestras  velas  y nuestros buñuelos; a otros os dejamos las calabazas y los zombies, pero , eso sí:  sed buenos...si podéis.



Enlaces imprescindibles:

Interesantísimo artículo (que incluye el texto completo)   DANÇA GENERAL DE LA MUERTE de la hispanista italiana Margherita Morreale de Castro  (Universidad de Padua)

Melómanos: no os perdáis esta maravilla.  LLIVRE VERMELL DE MONTSERRAT (Biblioteca Virtual Joan Luis Vives)

También os gustará Bailamos vivos y difuntos de Ana Manzano Peral.

Bibliografía y fuentes:

Ismael Fernández de la Cuesta. Historia de la música española. Desde los orígenes hasta el "ars nova". Alianza Música

Albertio Ausoni. La música. Los diccionarios del arte. Electa. Random House Mondadori

Margherita Morreale. Dança general de la muerte. Revista de literatura medieval. Padua.

8 comentarios:

  1. La música -con o sin la danza- gira alrededor de todo, ¿verdad, querida Lola?. "La música acompaña celebraciones festivas, favoreciendo la conveniente eclosión de alegría, pero también es parte de ceremonias piadosas y solemnidades funerarias. Desde la cuna a la tumba, jamás nos abandona...", se me ocurrió escribir en El Poder de la Música. Y en la muerte, con toda su carga de emotividad, es necesario el melódico alivio, aun en el más grave silencio.
    Alegres besos.

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    1. No puedo estar más de acuerdo, querido José Manuel. Creo que escribiste con mucha sabiduría. No he leído El poder de la Música, pero lo voy a hacer ahora mismo; me va a encantar, lo sé. Viva el desenfado y viva el optimismo. ¡Un abrazo!

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  2. LolaMU:
    Ya sabes de mis percepciones y comparaciones, será porque necesito agarrarme a algo conocido para aventurarme en avanzar, pero la primera sensación ha sido la de la música folklórica actual. Que no es que sea igual, pero me ha recordado a lo que cantaban por ejemplo en sitios como Salamanca. Igual tiene que ver, o igual no, pero ya sabes, a uno se le apelotonan las ocurrencias y la música hace que estas vayan más rápido.
    Besos

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    1. Tus percepciones y comparaciones son, una vez más, acertadas, Enrique. La música folklórica, aunque sea interpretada con instrumentos actuales, es música tradicional y la tradición, con mucha frecuencia, se remonta a la Edad Media. Muchos romances, canciones populares de ronda, de siega, de Mayo o de Navidad se han mantenido desde muy antiguo tanto en los contenidos como en la forma; muchas de ellas, incluso, son más modales que tonales...En fin, que me ha encantado tu excelente observación.
      Un beso :)

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  3. Y como parte de la vida que es, ¿cómo no iba a cantarse? Como dice José Manuel Brea, alrededor de todo está la música. A mí esta canción, aunque nos recuerde que nos precipitamos a la muerte, me ha parecido alegre y festiva. Volveré a esta entrada, querida compañera, cuando en breve viajemos a la Edad Media desde la clase de Literatura. (Y sí, hemos sido buenos y nos hemos aplicado al buñuelo, jeje)

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    1. Quien canta su mal espanta ¿no? A lo mejor cantaban alegremente a la muerte para conjurar los temores que infundía... Será cuestión de ponerse a cantar, Carlota. Muchos besos.

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  4. Lola Mu, comparto estos sentimientos ambiguos de algarabía y la certeza de lo efímero.
    Valgan estos versos de Jaime Sabines:

    No digamos la palabra del canto,
    cantemos. Alrededor de los huesos,
    en los panteones, cantemos.
    Al lado de los agonizantes,
    de las parturientas, de los quebrados,
    de los trabajadores, cantemos.
    Bailemos, bebamos, violemos.
    Ronda del fuego, círculo de sombras,
    con los brazos en alto, que la muerte llega.

    Abrazos.

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    1. No conocía estos versos tan hermosos, Sergio, y por investigarlos, llevo una hora leyendo poemas de Jaime Sabines. Te lo agradezco infinitamente, no te imaginas lo que he disfrutado.
      Un abrazo. Sin dejar nunca de cantar.

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